Friday, May 05, 2006

AMOR DE AMORES

Galemiri ni siquiera había aparecido y lo nombraban como la gran figura, como voy a entender tal falsedad, si la participación de Federico era magistral pero nunca lo tomaban en cuenta. Así que decidí apagar el receptor y salí a caminar con la idea de tomar el fresco de la tarde.

Faltaba amor, amor verdadero. Aunque no estoy seguro de que exista la mujer que logre comprender que para un hombre el fútbol es un elemento de vida esencial. Como no, si está comprobado que sus adeptos aumentan día a día y no hay arrepentimientos ni nada.
El fútbol gusta y apasiona, tal vez el paralelo y la comparación de este con el amor resulte ridículo, pero vale la pena el intento. Aunque todo esto resulte una estupidez, una ilusión, un sueño surrealista sin ninguna posibilidad de cumplirse. Me arriesgo.

!Oh amor mío!, ¿por que no apareces de una vez?, ¿de una buena vez?. Estoy solo frente al aparato radiofónico, necesito una compañera que maraville los días de la vida, falta alguien que apacigüe el fuego intenso que se levanta inevitablemente, falta un amor que me emborrache con sus caricias y sus besos. Lo tengo todo y a la vez no tengo nada, una puesta de sol y su color dorado no es visible a mis ojos si decides no venir.
Me recuerdo que hoy se juega la final del campeonato de apertura, a las nueve de la noche, el ritual se presenta completo unicamente si estoy allí para escucharlo. El relato de aquel hombre, aquella pasión extraña es mía, mía por una hora y media, una mujer lo podría ser mas, una mujer podría disfrutar los momentos tan llenos de acariciar y decir palabras bellas. Una mujer podría ser mía por siempre, pero el encuentramiento no se concluye, no es como mover la perilla del receptor buscando al mejor comentarista, no es así. La dificultad del amor demuestra una intensión que prohibe las formas y las maneras simples de realizar una unión entre dos cuerpos. La manera de quererte mujer invisible y lejana, mujer oculta y desconocida no me evites las palabras, no borres con el aire esta forma tan grabada en mis labios de tenerte.
Cada vez que algún jugador se acerca a la zona de gol, el que comenta sube considerablemente el volumen de su voz citando alegremente una eventual marcación, un pronto y certero tiro al arco que dio justo en las redes y convierte a uno de los equipos en ganador.
El amor gana, el amor siempre gana, hace falta aquella sensación tan sublime de vencer. El tema de la equivocación o el estar acertado son fluidos que recorren lo falso o lo verdadero que trae consigo amar a alguien. En el aceptar, conocer y quedarse esta la clave del éxito, no así errar en la elección de la mujer precisa para compañera y receptora eterna de esos verdaderos sentimientos que uno puede llegar a poseer y sentir por otro ser humano. Con el sexo llega el clímax y la celebración evidente y a vivos ojos simultanea de una lujuria inevitable del fanatismo.
Se pueden llegar a ver tres o más programas de televisión que muestren las anteriores frases unidas y gritadas por el comentarista, que no se ve, que no existe a la vista, sino que solo a los oídos, existe solamente como una historia relatada, un ruido, una mezcla de voces que alternan publicidad, relato deportivo y el tiempo como hora que pasa frente a cualquiera que vive.

No me gusta que sigan vanagloriando a Galemiri, ni tampoco a Federico porque perdió un penal. Creo que el mas indicado para haberlo pateado era Manuel porque él si que era la verdadera figura del encuentro.

No queda otra que aceptar al fútbol como el amante perfecto, y al balón como a la mujer deliciosa que sabe recibir el cariño de los empeines y de los bordes internos y externos.
El amor hace falta, pero nunca tanto, a veces llega tan efimeramente que ni siquiera se siente. Aunque no voy a decir que no quiero a una mujer cerca, ni mucho menos que no tenga intensiones de amar.
El amor hace falta para todos, el deslice de las manos por la piel suave y delicada, femenina y curva, por unos senos, por unas caderas carnosas y cálidas en invierno, unos ojos contemplándote mientras duermes, que te reciben cuando aclara, los que miras y ves caer en el sueño, vencidos y tranquilos, amables y tuyos.



Hace falta el amor como condimento para el fútbol, amante impreciso y egoísta, que no pertenece a nadie pero que pertenece a tantos, causante indiscutido de los suspiros de los hombres como hombres, también de algunas mujeres, protagonistas de incomprensiones y reclamos en su contra.
Es bueno pasar la vida junto a ellas, ellas como ellas y no como lo que se crea mejor para los instantes.
No hay como mirar al cielo con sus racimos de estrellas, el crepúsculo que nace cuando el sol se tiñe de anaranjado y se ahoga valerosamente en el horizonte. Hace falta el comentario, hace falta ser escuchado y la critica respectiva de las ideas, el retorno de los ojos y las manos sobre el cuerpo. Hace falta el amor.

Como decir. Se acerca el fin del campeonato de apertura y en el entretiempo pienso en todo esto. Mañana es el clásico, el fútbol espera el momento para volver a existir y recomenzar, la multitud tan renombrada por la prensa y por el comentarista duerme.
Te quiero a ti en medio del escenario, te quiero a ti a mi lado, sin reproches a las elecciones, sin palabras que nos desgasten en una mala y equivocada manera de amarnos.

La felicidad del gol se manifiesta en las palpitaciones, en la sangre que te sube a la cabeza.
Deséame una noche y quita de mí estas ansias del acercamiento, de la ambición de que existas. Deséame siempre. Mujer, hembra. Mujer femenina.

El campeonato de apertura finaliza mañana y no sé quien ganara el partido, solo tengo la claridad de que hace falta el amor.
Me devuelvo, el noticiario muestra los goles de la segunda división, oscurece y yo solo pienso en que mañana todo termina, pienso en tu cara que grita el gol de nuestro equipo favorito.
Te busco entre la gente y te reconozco, liviana y nueva, pequeña y redonda, atenta al pitazo de inicio justo en medio del circulo central.

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