Friday, May 05, 2006

FORMAS DE CONTROLAR EL MIEDO

Una vez que decidiste voltear, dejaste caer la mano pesadamente sobre la silueta desprotegida que descansaba a tu lado, la tocaste como queriéndola, como si todo ese cuerpo no fuese mas que una imagen reconocida desde la cercanía de tu alma, ni siquiera te habías percatado de la luminosidad del cuarto, que si mal no recuerdo, estaba instalado dentro de una casona demencialmente gigante. Claro, había que mirarte tirado en esa cama casi desecha para comprender tu falta de tacto al hacer la elección de un hogar. Nada es como antes Pelayo. Nada.
Todos dicen que en estos últimos días has andado cabizbajo y desaliñado, que tu rostro casi ha desaparecido, y yo no se si creerlo, no se si aferrarme al recuerdo de tu imagen caminando junto a los pasos perdidos de tu vida, o si simplemente debo lograr imaginarme una suerte de metamorfosis con tu cara (tan desecha ademas. Nunca es necesario desarmar las historias. Golpes de terciopelo rozaron esas mejillas, de las que nadie se ha enamorado, es como decirte; !Pelayo, cambia el pasado, deja el presente, olvida el futuro!. Pelayo, ya nada vale la pena).
Cada vez que comienzo a hablarte me miras sin comprender nada, con esos escalofríos tan propios de ti, no se, estaría Bien que me explicaras la razón de tu silencio tan sublime. El miedo de cada uno es como la Rémora, se nos pega al cuerpo, se alimenta de nuestras ideas y pensamientos, no hay nada que la despegue, ni siquiera algún momento heroico. Siempre esta allí, chupándonos la sangre que descuelga los atardeceres y espera las noches del mundo, nunca opta por la retirada. Particularmente, la Rémora desmorona al valiente, lo hunde en los misterios mas extraños y lejanos, quita de la piel el color, el aroma, nos va consumiendo despiadadamente, la Rémora no escucha las palabras que le puedas decir. Siempre esta ahí Pelayo. Siempre esperando el momento justo para tirarte contra la muralla, para aplastarte sin disimulo, sin siquiera tener un chorrito de vergüenza, créeme , no estoy inventando nada, yo te veo allí sobre ese colchón fétido dejándote llevar por la inconsciencia, por los ojos cerrados, por los movimientos sin sentido que realizas junto a ese cuerpo imaginario.
El sueño no puede ser mas enorme, la invisibilidad de la rapidez con que te mantienes sobre el peso de tu cuerpo da la sensación de que la voz marchita de quien duerme junto a ti no existiera. Me cuesta creer que acaricies tan de cerca el abismo, me sorprende tu coraje, esa facilidad tan increíble de poder hablar dormido.
No te atrevas a mirar el reflejo pálido de la muerte Pelayo, sigue soñando con el caudal mentiroso de la vida, no veas lo que tienes junto a ti, aquella cosa seca que te añora, que se desploma en lamentos amargos, tristes y negros.
Mira, Hay de todo. Cuando entraste a este cuarto (que me sostiene de pie bajo el umbral de la puerta) nunca imaginaste que no me volverías a ver, pues lo mas complicado de vivir es no saber a que atenerse. Normalmente, hubiese esperado un abrazo de tu parte, una cerveza helada y las palabras en la terracita que tenias en esa inolvidable cabaña de bambúes, después, el tipico sentimentalismo tan propio de nuestras borracheras, para terminar con los respectivos perdones. Pero no, esta vez te veo de frente, yo de pie y tu acostado entregándote a esa mujer traicionera, a esa reina que te frota con sus piernas, que exprime inevitablemente tu aroma de hombre.
(la ventana se abre de golpe, el ruido entra de golpe, la luz entra de golpe, el agua entra de golpe)
La casona demencialmente gigante retiene tus terrores, los asimila y aprisiona en sus pasillos largos y tenues.
La casona demencialmente gigante guarda caprichosamente los signos vitales de tus miedos, los aprieta entre las trizaduras perversas de la soledad.
Una radio suena en el rinconcito amarillento del cuartucho.
Llegaron unos hombres a buscarte, me retiro dándole el ultimo vistazo a lo que fuiste.
Solo un consejo Pelayo.
" Mira a la muerte a los ojos, luego déjate invadir por la pena, acércate a ella y bésala. Después despídete sin despedirte, háblale sin decirle nada, confúndela, hazle saber que no le temes, dile que no le crees, pero que como no hay otra alternativa que elegir, que igual te iras con ella".

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